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La Fed le pone proa a la última suba de tasas (y al aterrizaje suave)

Una amplia mayoría desea asentarse allí hasta que la data los convenza de mudarse. Será el primer recreo largo para el mercado desde marzo de 2022.

La mesa está servida para una suba de tasas de un cuarto de punto este miércoles. Quizá la última, según el mapa de puntos de la Fed. Mapa que, a decir verdad, es más una nebulosa de puntos dignos de visitar que un plano con un único destino confiable. Y sin embargo, hoy por hoy, no se discute que la Fed querrá llevar la tasa al 5,25% -el nivel marcado como estación terminal- ni que una amplia mayoría desea asentarse allí hasta que la data los convenza de mudarse. Los banqueros centrales están obligados a guardar silencio de radio -por eso no se los escucha desde hace una semana- pero la información económica no dejó de fluir. Se sabe ahora que el PBI creció 1,1% en el primer trimestre y que la inflación PCE (el deflactor del consumo) aumentó 0,1% en marzo. Nada que sugiera un cambio de planes. El diablo, es cierto, está en los detalles. Las ventas finales crecieron fuerte, 3,2%. La inflación PCE núcleo, 0,3%. Pero ello tampoco justifica un viraje. Y, a la par, trepa la sensibilidad por la discusión del “techo” de la deuda pública, excedido desde febrero sino fuera por los trucos que Janet Yellen despliega desde el Tesoro para ganar tiempo. Si la política no acuerda, habrá que cortar en seco el gasto en junio o julio. Tal vez, haya que cerrar parcialmente el gobierno. Y en la incertidumbre, el ajuste de tasa de este miércoles difícilmente sea seguido por otro en el mitin de junio. Aun si no es la última suba de tasas, será el primer recreo largo para los mercados desde marzo de 2022.
La economía, ¿avanza o retrocede? Si avanza, ¿se dirige acaso hacia una recesión en la segunda mitad del año? No hay nada de eso en las cuentas nacionales. El PBI se expandió 1,1% en el primer trimestre. Se esperaba el doble de velocidad. ¿Es una desaceleración brusca, no prevista; la antesala quizá de una contracción? Tampoco. El consumo privado creció 3,7%. La demanda agregada luce rozagante. Solo que se la atendió devorando inventarios por 2 puntos del PBI. Si el apetito se sostiene habrá que reponerlos, y lo que no se produjo ahora, se producirá después. Más o menos cuando se vaticina el arribo de la recesión. El consumo es firme pero errático. Explotó en enero (+1,4% mensual) tras una anemia fugaz en noviembre y diciembre que hizo pensar en un fin de ciclo en 2022. En febrero (-0,2%) y marzo (0,0%) entró de nuevo en un paréntesis. ¿Será la vencida? No debería.

El ingreso disponible fluye intacto, y los hogares acumulan ahorros cuantiosos para sortear un revés ocasional. Si se coteja con las proyecciones pre-pandemia de 2020, el consumo se revela sólido, 1,5% por arriba. ¿Y qué decir de la inflación PCE, la que guía a la Fed? Que disminuye con lentitud y su núcleo se resiste. En enero alarmó con un salto de 0,6%. Cayó a la mitad en febrero y repitió en marzo. Si no cede en el segundo trimestre, si no lo hacen tampoco los costos laborales, los halcones querrán otro ajuste de tasas en julio o septiembre (lo pedían en marzo, antes de la zozobra bancaria). Apuro no hay. El renglón de servicios más recalcitrante –el transporte– denota cansancio. Mermó fuerte la carga operada en los puertos de EEUU. Y los precios del petróleo, que cotizan como antes que Rusia y la OPEP anunciaran una poda de la producción de 1,55 millones de barriles.
La Fed ya no corre de atrás. La inflación minorista interanual es 5% a marzo. La inflación PCE, 4,2%. Y su versión núcleo, 4,6%. Una tasa de 5,25% le permitirá “ver y esperar”.Mayo comienza así con suba de tasas, la deuda pública en la picota y un banco zombie -First Republic- finalmente cerrado, con el JP Morgan anunciando la compra de sus activos. Wall Street no parece perturbarse demasiado. Descree del “sell in May”. En los balances, las compañías sufren un bache y no una recesión. Maniobrar no resulta fácil -el PBI nominal creció 5,1% versus 7,3% en el trimestre anterior, su ritmo más bajo desde que la inflación cobró vuelo- pero lo salvan mejor que lo esperado. La Bolsa es tolerante. Mira más allá. Si la Fed establece una pausa condicional (como en Canadá y Australia) el próximo objetivo será atacar el bastión de los 4200 puntos del S&P 500 después de un largo merodeo. Depender del Congreso para resolver el techo de la deuda obligará a la prudencia. Aun así, el aterrizaje suave que pilotea la Fed ofrece una pista atractiva para el carreteo. Se avanzó 8,6% en el año. El tiempo juega a favor. En algún momento, si el lobo de la recesión no está, se podrá despegar de nuevo.

 

Fuente Ámbito