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Las dudas del FMI sobre el acuerdo con Argentina

08 de Noviembre de 2021 | Economía FMI

La entidad que preside Kristalina Georgieva espera que la Argentina presente un programa que le permita conceder un préstamo de facilidades extendidas, a diez años. El FMI demanda que el nuevo programa tenga la aprobación de la mayor parte del arco político argentino.

 

El Fondo Monetario Internacional espera que la Argentina presente un programa que le permita conceder un préstamo de facilidades extendidas, a diez años, con el objeto de refinanciar la deuda del país con el organismo.
Pero, el FMI demanda que el nuevo programa tenga la aprobación de la mayor parte del arco político argentino y de distintos sectores de la sociedad, como entidades empresarias y sindicales, según noticias provenientes de Washington.

El reclamo del Fondo se sustenta en que, por tratase de un programa a largo plazo – a propuesta del país – y que demanda reformas estructurales, es necesario un amplio consenso.

Así, el organismo multinacional coincide con la idea del gobierno de Alberto Fernández, en cuanto a que el nuevo programa deberá ser aprobado por el Congreso, es decir donde están representadas las distintas fuerzas políticas.

Sin embargo, analistas internacionales señalan que al organismo le preocupa lo que se consideran distintos enfoques dentro de la coalición gobernante sobre los cambios que deben introducirse en la economía argentina -particularmente el esfuerzo fiscal -, como así también el curso de la política en el país.

Tanto a nivel internacional como local, una de las dudas que se plantean es qué hará la vicepresidente Cristina Fernández ante a la eventual derrota electoral del Frente de Todos en las elecciones de medio término.

En la Casa Rosada algunos miembros del gobierno especulan con que, ante la certeza de que un acuerdo con el FMI supone reformas estructurales y ajustes, dados los desequilibrios que debe enfrenar la economía, la señora de Kirchner podría “distanciarse” del Gobierno, culpándolo de los ajustes que vendrían de la mano del FMI y tratar de retener así el núcleo duro de su electorado.

En el fondo, Cristina piensa y siente que ella no es responsable del fracaso electoral y culpa al gobierno de Alberto por la gestión, según señalan en su entorno.

Argumentan que siempre dejó hacer a Alberto Fernández y ponen como ejemplo que “los principales ministros fueron elegido por el presidente”.

La injerencia de Cristina comenzó a tomar protagonismo público cerca de un año atrás – con la famosa carta en la que denunció los “funcionarios que no funcionan”, momento a partir del cual fue advirtiendo – en público y en privado- los errores del Gobierno.

Sin embargo, en el entorno del presidente también se plantea que, en caso de romper, el kirchnerismo quedaría “sin funciones ejecutivas circunstancia que reduciría su fuerza política” y terminarían siendo un partido político limitado a la Provincia de Buenos Aires, concentrando en sus adeptos en las zonas más pobres del distrito.

Desembarco en el gabinete

Otros piensan que Cristina, ante la derrota, decidirá “ir por todo” en el Gobierno ocupando áreas clave en el gabinete y especulan que podrían darse los siguientes cambios.

En el ministerio de Economía, si bien Cristina había dicho que no “ella no quería la renuncia de Guzmán”, tras la llegada a la secretaría de Comercio, Roberto Feletti, un hombre con diálogo directo con la vicepresidente, es uno de los mencionados para ocupar el cargo, como así también Augusto Costa, actual ministro de la Producción de la provincia de Buenos Aires.

Para el Ministerio de Producción (el ministro Matías Kulfas es duramente criticado en el Instituto Patria) se menciona a Débora Giorgi, que actualmente acompaña a Feletti en Comercio. También se iría sobre otras reparticiones estratégicas, como la AFIP.

Lo que está claro es que cualquiera de los dos caminos conduciría a una situación de inestabilidad política.

Cabe señalar además que el vínculo entre Alberto y Cristina “está dañado” comentan quienes los conocen bien. “Alberto y Cristina hablan cotidianamente, pero al finalizar la conversación ambos terminan más tensos que antes”, sintetizan en ambos entornos.

El rol del presidente

Su entorno más estrecho viene insistiéndole al presidente sobre la necesidad de que el “tome el control total” del Gobierno. En buen romance, que se distancie de Cristina, según comentan en la Casa Rosada.

Explican que contarían con el apoyo de numerosos gobernadores e intendentes, organizaciones sociales (dos de las más grandes) y fundamentalmente de la CGT.

Algunos empresarios por ahora se mantienen al margen, “balconean y tienen más ganas de irse del país que otra cosa”, confiesan con preocupación cerca del presidente.

Consideran clave el rol del jefe de Gabinete, Juan Manzur, (que juega ciento por ciento para Alberto hoy y para su proyecto personal, mañana, según se comenta en la Casa Rosada).

De hecho, la agenda de Manzur es una muestra de que ya no es el ministro de Interior, Wado de Pedro (el representante más fiel a Cristina Kirchner en la Rosada) el interlocutor más directo con los gobernadores e incluso intendentes.

Manzur ya recibió a casi todos los mandatarios provinciales, a numerosos intendentes de todo el país, a todas las organizaciones sindicales, a empresarios y representantes religiosos, entre otros actores de la sociedad.

También, hoy ejerce un control de la gestión oficial que materializa en las reuniones de gabinete. “Ahora son reuniones ejecutivas” afirman cerca del jefe de Gabinete.

En tanto, el canciller Santiago Cafiero sigue siendo un actor importante en la construcción del espacio “albertista”.

En este contexto, continúan las negociaciones con el FMI, aunque expectantes a lo que ocurrirá a partir del 15 noviembre.

 

Fuente Ámbito