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Tasas de interés sin paz y sin tregua: no logran estabilidad y sigue la locura

Hasta que las tasas no encuentren techo, el mercado de acciones a nivel global no encontrará piso.

El ancla de valuación del mundo entero se define por las tasas de interés y las mismas no encuentran paz. Hasta que las tasas no encuentren techo, el mercado de acciones a nivel global no encontrará piso.

Con el dato de CPI (inflación minorista de Estados Unidos) del pasado jueves el mercado fue testigo de uno de los días más violentos de un 2022 caracterizado por locura y esquizofrenia casi a nivel cotidiano. La razón de tanto delirio es que el mercado percibe a una Fed confusa y confundida, por lo que nos quedamos sin la principal referencia de mercado: una curva de yields (tasa de interés) razonablemente estable y predecible.

Eso es precisamente lo que este demencial 2022 no pudo darnos y, de esta forma, el mercado absorbe una monumental volatilidad en tasas de descuento las cuales son la variable más relevante a la hora de valuar activos.

En esta dinámica de histeria permanente, el jueves pasado tuvimos uno de los reversals (reversión) más violentos de un 2022 caracterizado por varios eventos de esta índole. Este “reversal”, a su vez, fue irónicamente “reversado” al siguiente día, con un viernes muy en rojo.

Y con toda esta locura adentro, una pregunta relevante que fluye es la siguiente: ¿Estaremos cerca del mínimo de caras al cierre de uno de los más dramáticos años en la historia del mercado accionario de Estados Unidos? Si ese fuese el caso, ¿sería solamente un mínimo del 2022 para un bear market al que todavía le queda procesar una muy probable recesión en 2023?

Por el momento, 2022 es el séptimo peor año para el S&P desde 1928 y el tercer peor año para el Nasdaq desde 1980. Una verdadera tragedia global que ya ha generado pérdidas de capital cercanas a un PBI norteamericano a nivel mundial. Este 2022, en manos de lo que probablemente sea la peor Reserva Federal de los últimos tiempos, quedará como uno de los más violentos y crueles de la historia. Un 2022 sin una sola buena noticia para justificar longs (compras).

Estamos frente a la suba de tasas de interés más agresiva y veloz de la historia con una curva que tanto en la parte corta como en la larga ronda ya un cómodo 4%. Esta suba ocurre en un entorno de marcado pesimismo global en donde todo banco central del G10 está a pleno subiendo tasas de interés para un mercado que no encuentra una sola buena noticia de la cual aferrarse para salir a comprar. Hay dos enormes fuentes de incertidumbre que acechan al mercado.

Primero, una inflación que no se sabe por cuánto tiempo seguirá mostrando signos de resiliencia y, a mayor resiliencia inflacionaria, mayor deberá ser la restricción monetaria que deberá imponer la Fed para frenar la demanda y con ello la inflación.

La Fed ha dicho en repetidas ocasiones que será “data dependent” o sea, los datos que vayan saliendo en materia inflacionaria en los próximos meses irán convalidando o reformulando un sendero de tasas que hoy está casi horizontal en 4%.

Segundo, resulta bastante evidente que a la luz de tanta ruptura ya causada y toda la que resta por venir, el mundo quedará presa de una recesión global cuya magnitud y alcance también son desconocidas. De manera tal que el COVID 2020 nos recuerda ahora en 2022 que existió y que tiene dos consecuencias inmediatas muy graves: inflación en todos lados y recesión, probablemente también, en todos lados.

Ambos problemas, inflación y recesión globales, son fantasmas que no pueden ser resueltos rápidamente, por el contrario, son penurias que el mercado deberá ir digiriendo en la medida que vayan evolucionando, y de esta evolución saldrá la dinámica en el mercado de acciones, bonos, monedas y commodities. Estos cuatro mercados están muy íntimamente ligados e irán reaccionado de acuerdo con cómo el mercado de bonos vaya redefiniendo al andar el sendero esperado de tasas cortas y largas.

Por el momento, pareciera que dicho sendero será eterno y al cual no le queda otra opción que imaginar tasas en permanente proceso ascendente. Esta visión actual casi unánime del mercado de bonos descarta que en breve podamos observar las consecuencias de una política monetaria que sobre reaccionó a la inflación y que quizá haya roto demasiado.

Lo peligroso de todo esto es que toda política monetaria tiene efectos rezagados, por lo que toda restricción actual recién será sentida a seis meses vista. Este probablemente es el principal dilema de todo banquero central: decidir hoy sabiendo que lo actuado recién se podrá conocer a seis meses vista.

Y es aquí en donde nace el debate actual: ¿Tendrá sentido seguir subiendo tasas para frenar un proceso inflacionario que quizá, ya con todo lo actuado, comience a mostrar en un futuro razonablemente cercano signos de abatimiento?

Hay varios personajes en la economía norteamericana que comienzan a decir que quizá sea tiempo de pausar y dejar que la economía nos demuestre a qué velocidad se desinflacionará con lo ya hecho y recesionará, también, con lo ya hecho.

Sin embargo, esta no es la postura de la Fed, en especial desde el discurso de Powell en Jackson Hole, el cual trituró al mercado de acciones y de bonos. La Fed ha sido muy contundente en que por el momento no le importará romper si con ello se alcanza la estabilidad de precios.

¿Estará Powell exagerando al mismísimo Volcker? Imposible afirmar una u otra cosa a la luz de un 2022 que fue una máquina incansable de sorprender. Por lo tanto, no queda otra cosa que esperar y observar la inminente dinámica desinflacionaria y recesiva que seguramente nos espera para lo que resta del 2022 y todo el 2023. Estos dos eventos seguramente darán nueva forma a una curva de tasas de interés que se le planta a la Fed y la espera horizontalmente anclada casi en 4%.

¿Cuánto claudicará esta curva cuando comencemos a observar en breve los costos recesivos de tanta restricción monetaria? ¿Se acentuará la inversión de curva a la luz de una recesión tan inminente como cercana? ¿Cómo reaccionará el dólar ante una curva de tasas que posiblemente comience muy en breve a capturar los costos de desinflacionar?

 

Fuente El Cronista